El fútbol cántabro ha sido testigo de grandes prodigios forjados en la tierra. Muchos jugadores han llegado al máximo nivel, en lo más alto una leyenda como Paco Gento, pero con el tiempo la producción se ha visto reducida. Sergio Canales puede ser considerado como el último gran diamante salido del Racing, aunque en La Albericia se viene cocinando a fuego lento una joya: Pablo Torre.
Pablo Torre realiza un control en su debut con el 1º equipo del Racing. Foto: Nacho Cubero.
Nacido el 3 de abril del 2003, el joven de Soto de la Marina aún suma 17 años. Hijo de Esteban Torre, recordado exjugador verdiblanco, ha seguido su misma dirección partiendo desde el Marina Sport y anhelando devolver al Racing -como ya hizo su padre- de Segunda B a Primera. El pasado mes de abril ya firmó su 1º contrato profesional que lo vincula hasta 2025. En esta, su 1ª pretemporada con los mayores, ya ha demostrado sobradamente su talento especial.
El primer acercamiento a Pablo es cautivador, aún más deslumbrante desde la grada. Desprende un aura especial, que se constata cuando toca el esférico. Conviene no juzgarlo por su baja estatura y poca corpulencia (1'65m y 57kg), porque estamos ante un superclase en ciernes. En el Racing lo saben, también en la selección española con la que ha sido internacional sub-17.
Se trata de un mediapunta diestro (domina también la zurda) con una calidad y técnica exquisita, capaz de manejar los partidos a su antojo y marcar las diferencias. Su rango de acción y cantidad de recursos es muy grande. Verle conducir la pelota es una delicia, pero aún más lo que puede hacer con ella. Con la cabeza levantada su visión, muy por encima de la media, le permite conectar con los compañeros dominando tanto el pase corto como largo.
Por ello, tiende a retroceder desde la posición del 10 al centro del campo para implicarse en la creación y, a partir de ahí, explotar su capacidad asociativa, avanzar metros y aprovechar su último pase. Pero por si esto no fuera poco, Pablo Torre también posee un buen golpeo, cobrando el balón parado -tanto faltas como saques de esquina- y pudiendo anotar desde fuera del área. Sus números en el 1º año de División de Honor Juvenil son tremendos: 14 goles y 14 asistencias en 24 partidos.
Pablo Torre se lleva la pelota rodeado de cuatro futbolistas del Calasanz. Foto: Real Racing Club.
En este contexto, Pablo Torre demostró ser un líder capaz de hacer diabluras a la altura de muy pocos. En conducción es un futbolista difícil de parar, por lo que los defensores recurren bastante a menudo a las faltas. Ágil, posee una buena aceleración y puede ser un fantástico lanzador de contraataques, convirtiendo al Racing en un equipo peligroso en esas transiciones ofensivas.
Su imaginación y creatividad le permiten destacar también tanto en espacios reducidos como a la hora de regatear. Sorprende la velocidad con la que ejecuta todas sus acciones y el porcentaje de éxito en las mismas. El debut de Pablo Torre con el 1º equipo es una buena piedra de toque para calibrar la dimensión del jugador que tenemos entre manos.
Recopilación de todos los toques de Pablo Torre en su estreno con el Racing. Elaboración propia.
Ahora bien, tampoco se corta en ir al suelo y emplearse a fondo a la hora de defender, donde se muestra comprometido y mejora a pesar de ser un futbolista de corte ofensivo. Su inteligencia siempre es un valor activo. Lo mismo sucede en los duelos aéreos, en los que parte con una evidente desventaja, paralelamente a las disputas por abajo en las que se muestra dominante.
Su adaptación a la categoría de bronce es una incógnita, dentro de un equipo en el que asumirá menos galones y que tiene la obligación de ascender. Lo mismo sucede con la generación de un contexto ideal para que progrese adecuadamente, si bien de momento las sensaciones son muy positivas. Pablo Torre ha deslumbrado en los primeros 6 de 8 partidos de pretemporada, siendo una pieza destacada en el equipo de Javi Rozada. En un esquema sin la posición de mediapunta como tal (1-4-3-3), el futbolista cántabro se ha mostrado muy acertado como un teórico centrocampista por izquierda que llega a ser enganche.
Rozada tiene a un mediocentro que se mete entre centrales y Torre se mueve desde el centro del campo hasta el balcón del área. Su buena lectura del juego y disciplina permiten que destaque incluso hasta a la hora de saltar a la presión sobre su par. El entrenador busca que en ataque lleguen muchos hombres desde 2ª línea y eso le favorece. Torre está siendo protagonista en las acciones de peligro, interviniendo mucho en el juego e incluso viendo portería y asistiendo.
Vídeo del gol anotado por Pablo Torre frente al Sporting B. Fuente: Holastream.
Esta temporada, Pablo Torre se presenta como un jugador más de la plantilla del Racing 2020-21. En su posición también está Álvaro Cejudo, futbolista más destacado de la pasada campaña, que a sus 36 años seguro que agradece relevo. El cántabro irá entrando en dinámica y formando parte de la rotación, con un fantástico mentor. El cuerpo técnico decidirá la cantidad de minutos.
A simple vista, no parece difícil predecir su futuro, si bien existen varios condicionantes a tener en cuenta. De momento, comprobar si puede aguantar el ritmo y el físico en este nuevo reto. Por otro lado, es fundamental que no sufra lesiones que corten su carrera en una división donde las patadas están a la orden del día, ni tampoco que recaiga mucha presión sobre su espalda. Será interesante contemplar cómo se maneja en este escenario, que supone un gran salto con todos los focos apuntándole y si continúa con este crecimiento. Mentalmente parece muy centrado, además de bien aconsejado. El chaval ha rechazado grandes ofertas por cumplir su sueño.
Si el futuro es propicio, alrededor de Pablo Torre se puede acabar armando un proyecto ambicioso, convirtiéndose este en un jugador franquicia. Así mismo, una futura venta a buen precio podría rondar el pensamiento, aunque tirando de sentido común es mejor no adelantar acontecimientos. Por lo pronto tocará ir paso a paso, con mucha paciencia y cuidado, a sabiendas de que hay proyecto de jugador que no parece tener techo. Disfrutemos de él mientras podamos.